Capítulo 8: Las piruletas son rojas como las amapolas.

Bueeno, aquí tenéis el capítulo 8, quiero deciros una cosa antes, ¡¡HOY MI BLOG CUMPLE 3 SEMANAAS!!  Cuanto tiempito ehh?, también deciros que los que me quieran agregar al tuenti que tengo me llamo Abbie Sunshine Tribute, el nombre no es el mio real, esque me gusta mucho el nombre, ya os dejo jeje, disfrutad :D

Es Sophie, que nos vio y le dijo a su madre que si se podía quedar hasta que nos viniésemos juntas. Cuando viene, le cuento lo de las amapolas, y nos vamos a dar una vuelta por la plaza. Vamos andando por la acera cuando me quedo embobada mirando la tienda de golosinas, en especial a una piruleta roja. La gente de aquí no está como para comprarse golosinas cada vez que sale, yo solo las compro cuando es un día importante como mi cumpleaños y etc. Tras dar una vuelta, me giro y veo a James detrás de un árbol mirándome, ¿Por qué me está mirando? No lo sé. Lo miro y él se esconde como puede detrás del árbol. Yo sigo a adelante y nos vamos para casa, me despido de ellas y entro en casa. El maravilloso olor del pan recién hecho llega a mi nariz, mi padre ha ido a comprarlo a la panadería y está calentito.

A la mañana siguiente, me despierto y me asomo al balcón, hace una mañana preciosa. De repente, me fijo en que de mi balcón cuelga una cuerda y al final de ella hay un regalo. Extrañada, lo recojo y me meto adentro. Sobre mi cama me pongo a abrirlo, y descubro que es una piruleta roja como la que vi ayer, y dentro hay una nota que dice:

“Las piruletas son rojas como las amapolas”

¿Quién seria el que me vio mirando embobada la piruleta? No lo sé, y todo esto no se quien lo estará haciendo, pero me tiene impresionada. Después, me fijo que detrás de la nota pone:

“Atentamente: El señor de las amapolas.

Pd: Si quieres saber quien soy, sigue el rastro de las amapolas a las cinco en el viejo establo.”

¡Ya está, ese es el que me mandaba las flores, solo tengo que seguir las amapolas y descubriré quien es! Desayuno y me visto. Me pongo una camiseta y una sudadera, porque todavía hace algo de frio, y si tengo calor, me quito la sudadera. Me dedico por la mañana a ordenar mi cuarto, cambiarle el agua a las amapolas y cuando es la hora de comer, impaciente, me como la comida rápido.

Sobre las cuatro o así, me quito la sudadera, por que hace algo de calor, pero por si acaso, la llevo atada a la cintura. Cuando son las cuatro y media, me voy encaminando hacia el establo. Tardo como veinticinco minutos en llegar a allí, así que cuando llego ya están los pétalos dejando un rastro. Cuando el reloj marca las cinco en punto, me encamino hacia las flores,  siguiendo el rastro. Cuando ya llevo un buen rato caminando, cosa de unos quince minutos, me doy cuenta de que no conozco esta parte de la pradera, mirando al suelo para seguir el rastro, llego al punto donde los pétalos de amapolas forman una x, y me situó sobre ellos.

Entonces es cuando veo el lugar donde estoy. Es una gran pradera verde llena de flores, que tiene un riachuelo a un lado de la pradera, con una pequeña cascada proveniente de mí izquierda, los arboles, son pocos, entre ellos hay pequeños sauces y algunos grandes. Este lugar es precioso, nunca he estado aquí, pero me encanta. Fascinada con este bello lugar, no me doy cuenta de que de repente, unas manos me tapan los ojos.